«Está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio»
Cada uno de los evangelistas tiene una manera de introducir el inicio de la vida pública de Jesús, de tal forma que, en función de cómo lo haga, vemos claro cuál es la intencionalidad del Evangelio. Marcos, el primero de los Evangelios – cronológicamente hablando – desde el primer momento se centra en lo esencial: creer en el Evangelio, porque está cerca el Reino de Dios. Y lo hace desde el versículo 1: «Inicio de la Buena Noticia de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios». El Evangelio es la Buena Noticia de Jesús y la invitación de Jesús a la conversión, no es otra cosa que la vuelta a lo esencial, a dar un giro de 180º y volver nuestra mirada y nuestra vida (convertirnos) a Jesús – el Cristo – el Hijo de Dios.
Y porque sabe que esta conversión es imposible hacerla en solitario – porque el Reino de Dios es un reino de hermanos – inmediatamente escoge a unos cuantos para le siguiesen, como compañeros de camino y como enviados – apóstoles – allá donde quiera que él fuese.
Al igual que el domingo pasado, nuestro evangelio dominical nos ilumina acerca del seguimiento de Cristo – la vocación – En esta ocasión, dos parejas de hermanos, pescadores los cuatro: Simón y Andrés y Santiago y Juan, a los que Jesús invita a dejar las redes y la pesca en el lago, para dedicarlos a una pesca distinta: la pesca de hombres.
Quien ha vivido de la pesca, o conoce el ambiente pesquero, sabe lo arriesgado del oficio, los sinsabores que acarrea, los días enteros sin que un solo pez caiga en las redes o en los anzuelos, las tempestades o los mil y un peligros que se ciernen sobre la barca, este era el caso de muchos de los que escuchaban la predicación de Jesús y no tanto el nuestro. Sin embargo la imagen de la pesca nos sirve muy bien para comprender las dificultades que trae consigo la respuesta a una llamada directa de Jesús: un trabajo continuado -día y noche-, desilusiones, imcomprensión, pero también el gozo que da el saber que se ha cumplido el trabajo y que la red está llena.
Responder a la llamda de Jesús, significa, así también lo resalta Marcos, dejar las redes al pie de la barca, es decir, despojarnos de nuestros intereses, de nuestros proyectos, de nuestras comodidades o reconocimientos para tomar en nuestras manos, un nuevo interés, un nuevo proyecto: el proyecto del reino de Dios.